Memorias de un gamer

Todo lo que rodea al mundo de los matamarcianos.
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Mensaje por Shootemalf » Vie Feb 18, 2022 9:24 pm

Memorias de un gamer

Recupero un largo post que publiqué en Meristation. Por fascículos:

Bloque 1: Las Máquinas
Capítulo 1: La sala


Entré en la sala. Como siempre había una gran expectación alrededor de la máquina Atomic Runner. En la sala de máquinas había clásicos como Space Harrier o Double Dragon, pero en ese momento la que definía tu categoría y posición social en la sala era la máquina de Data East. Era algún momento de los años 80. Siempre he admirado la película de Tarkovsky El Espejo, no tanto por lo entretenida que es (que no es su principal virtud), sino por lo bien que refleja el comportamiento de los recuerdos en nuestra mente, mezclando fechas y situaciones y a la vez añadiendo un toque personal a los mismos. Lo que no es discutible es que era una época en la que respirar o pestañear podían ser causa de muerte directa. Los juegos eran difíciles, mucho más que ahora, y buscaban enganchar al jugador y dejarle sin blanca al mismo tiempo. Ese día estaba él; el rey de la sala, jugando al Atomic Runner y en plena pantalla final. Todos los niños del lugar estaban observando su partida. No había interés en jugar a otras máquinas, ya que estaba en juego una pantalla difícil de ver y que probablemente no se vería en tiempo. Internet no existía y el vídeo sólo funcionaba para películas o grabaciones. Si querías ver el final de un juego, sólo había una forma, verlo en directo.
Murió ante el jefe final. No tenía más monedas así que tuvo que dejarlo y todos buscamos una máquina a la que dedicar nuestras monedas de 25 pesetas. Me dirigí al Space Harrier y cogí su mando especial mientras con la otra mano metía la moneda. Ahora que Yu Suziki está de moda con el kickstarter Shenmue 3, conviene recordar que los que jugamos en los 80 disfrutamos de lo lindo con Outrun o Space Harrier. Esa sensación de 3D parecía ciencia ficción.

Las salas de máquinas no eran simples agrupaciones de arcades. Las salas de máquinas establecían un sistema de meritocracia en el que uno era importante si era capaz de avanzar en una máquina popular. He leído en revistas y foros que algunas personas consideran insana la dificultad de aquellos arcades y hacen referencia a su necesidad de sacar los cuartos a los jugadores, pero hay que tener en cuenta que entonces, unas máquinas competían con otras por esos cuartos y por lo tanto debían ser divertidas. Había un esfuerzo en el desarrollo por hacer apetecibles los juegos desde el minuto uno.

Qué hizo que el Atomic Runner fuera el que dictaminase la jerarquía de esa sala, sólo se puede comprender desde la historia de las máquinas que habían estado antes y de la idiosincrasia local. Recuerdo que no tenía autofire con lo que además de un reto de habilidad, requería una condición física importante en el antebrazo, pues no se podía dejar de disparar. Sea como fuere, era la máquina del momento. Cuando salió el juego en Mega Drive, no dudé en comprarlo y disfruté de lo lindo. Siempre pensé que estuvo infravalorado en el sistema, ya que hoy es el día que aún sigo gozando del mismo.

Algo se ha perdido con la desaparición de estos templos del juego. Así como en el trabajo digo que una videoconferencia no sustituye una reunión presencial, el juego on-line no puede igualar la magia de una sala de máquinas.



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Última edición por Shootemalf el Jue Ene 19, 2023 7:30 am, editado 1 vez en total.

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Mensaje por Shootemalf » Vie Feb 18, 2022 9:30 pm

Re: Memorias de un gamer

Bloque 1: Las Máquinas
Capítulo 2: Siempre hay una primera vez


Me dejó mi madre en casa de mis tíos. Tenía dos primos mayores y me dijeron que íbamos a ir a una sala de máquinas. Yo no había estado nunca en alguna, aunque sí había jugado a máquinas en el bar del pueblo. Me parecía un plan genial y más aún cuando me dijo mi primo el pequeño; “está el Terracresta, el mejor juego del mundo”. “El mejor juego del mundo”, repetí yo para mis adentros. “Vaya”.

Mi tía nos soltó 1000 pts de las de entonces que repartimos de la siguiente forma; 500 pts para mi primo mayor, 300 pts para el segundo y 200 pts para mí. Aquí empezaban los cálculos. 200 pts dan para ocho monedas de 25 y por lo tanto para 8 partidas. Eso sí, no podía comprar ninguna chuche pues deshacía el número de partidas.

Cogimos el autobús y allí nos plantamos. Miré a mi alrededor y era probablemente el más pequeño de la sala a mis siete u ocho años. Había unas 15 máquinas, casi todas ocupadas y un puesto central donde además de dar cambios vendían golosinas y esos bollos magníficos para la salud como eran el tigretón, la pantera rosa o el suso. Cambié mis dos monedas de 100 y obtuve 8 de 25.

Comencé a pasear por la sala y a pararme en cada máquina. Había que tener muy claro dónde invertir mis monedas. No recuerdo todas las máquinas que vi, pero creo recordar que estaban el Commando, el Green Beret, el Pole Position y por supuesto el Terra Cresta y el 1942. Hoy es el día que me maravilla que un juego desarrollado en Japón como el 1942 tuviera como argumento la guerra del pacífico de la segunda guerra mundial y la misión fuese acabar con la flota japonesa. La censura no debía existir en el Japón de los 80.

Una parte era elegir la máquina a la que jugar y otra poder hacerlo. Las máquinas más populares estaban casi siempre cogidas y tenías que preguntar por el turno. El Terra Cresta estaba ocupado así que empecé con el Commando. No llegué al fin de la primera pantalla en ninguno de los dos intentos que hice. Dos monedas menos y mientras tanto el Terra Cresta ocupado. Se liberó el 1942 y decidí ir a por él. Con el 1942 me pulí todo el resto de mi botín. Me enganchó de inmediato y la posibilidad de hacer loopings para esquivar las balas me pareció brutal.
Ya sin dinero para invertir me quedé viendo como jugaban otros al Terra Cresta. Era un matamarcianos diferente en la época, ya que podías ir haciendo la nave más grande en base a piezas que aparecían en unas bases numeradas. Cuando conseguías todas las piezas, durante un tiempo te convertías en Ave Fénix y eras inmune a las balas enemigas. ¡En Ave Fenix! No pude jugar al Terra Cresta, pero eso hizo que tiempo después lo comprara en Spectrum, aunque de eso hablaré más adelante.

Aprendí lo más importante. Tenía que haber regulado mejor mis monedas aquel día y no siempre querer jugar a una máquina era igual a hacerlo.

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Mensaje por Phan » Mar Feb 22, 2022 12:08 pm

Re: Memorias de un gamer

Gracias por el aporte Shootemalf, he disfrutado con la lectura y me ha hecho revivir tiempos pasados d^_^

Chelnov es un juego que no jugué demasiado en la época, en parte porque las monedas eran escasas y como bien dices había que elegir con prudencia en que máquina las empleabas. Hace unos años lo jugué a fondo en una competición del desparecido foro retrovicio.org y lo disfruté como un enano. Sin duda un titulazo y con una banda sonora espectacular. El port de megadrive es muy bueno también.

En cuanto a Terra Cresta, Comando y 1942 que decir, otros grandes de los clásicos. Al que más jugué en la época fue al 1942, aunque el que me enganchó a lo bestia fue la segunda parte, 1943 The Battle of Midway, uno de mis favoritos de siempre.

PD: He maquetado un poco tus post espaciando párrafos y resaltando los títulos para que se lean mejor, espero que no te importe. También he arreglado los vídeos, si le das a editar y te fijas en el código, lo que tienes que hacer es meter dentro de la etiqueta de youtube sólo el código que aparece después del "v=" en el final del enlace de youtube que quieras postear.

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Mensaje por Shootemalf » Mar Feb 22, 2022 9:10 pm

Re: Memorias de un gamer

Phan, todo lo que hagas por mejorarlo, bienvenido será. Muchas gracias. Sigo con el hilo:

Bloque 1: Las Máquinas
Capítulo 3: De verano en verano


Algunos asocian los 80 con la fiesta y el desenfreno. Otros con el inicio de la democracia y sus vaivenes, golpe de estado incluido. Los niños probablemente lo relacionen más con Willy Fog, Dartakhan y los Mosqueperros y Barrio Sésamo. Pero si había algo verdaderamente frecuente en los 80 eran las vacaciones de toda la familia en el pueblo de los abuelos. Hoy ocurre mucho menos y hay miles de pueblos al borde de quedar inhabitados. Hoy es más fácil y barato viajar a destinos turísticos y es más difícil concatenar un mes entero de vacaciones. Entonces muchos pueblos tenían vida en verano y en particular aquellos con río.

El pueblo al que iba yo no llegaba al millar de habitantes en verano, estaba bañado por un río e inmerso en los Picos de Europa. Tuvo siempre dos o tres bares, una farmacia un par de ultramarinos y poco más. Los bares de entonces siempre contaban con un arcade. Un bar de pueblo sin pinball primero y máquina después, perdía el interés de todos los jóvenes del pueblo y por ende de sus padres.

Tras un largo viaje en el que podíamos ir perfectamente cuatro personas atrás y sin sillas adaptadas ni otros elementos de seguridad que hoy son obligatorias, llegabas al pueblo. En el camino te habías puesto al día en la evolución de las letras en las matrículas por ciudades. Madrid y Barcelona competían por la primera posición y después les seguían siempre Sevilla, Valencia y Bilbao en lucha reñida. Al llegar, mi hermano y yo lo primero que hacíamos era ir corriendo al bar de al lado de casa para ver qué máquina había ese año. Una buena máquina aseguraba mucha diversión durante el mes que había por delante.

Recuerdo un año que la decepción se vio en nuestros rostros al ver la máquina. Aparecían unas barras que caían desde arriba y había que hacer líneas. ¡Qué tostón! A veces para alegrar la evolución salían unas figuras que parecían rusos, bailando en unas ventanas pequeñas. Como le pasa a todo el mundo, el desencanto nos duró tres partidas, que es lo que necesita uno para engancharse al tetris. Increíble juego original donde los haya y sencillo a la vez.

Recuerdo que un verano, en lugar de jugar en el bar de al lado de casa, tomábamos el riesgo que representaba caminar 100 metros hasta el siguiente bar, ya que la máquina que ofrecía era muy divertida. Era el Super Mario Bros (muy parecido al de la NES). Enganchaba desde el principio, ya que te comías una seta y te hacías grande nada más empezar, era más fácil que los juegos de entonces y daba algo más de vidilla a las 25 pts cuando eras inexperto. Podías sacar monedas a base de cabezazos y en el final de la pantalla saltabas a una bandera. Vamos, lo que todo el mundo sabe, pero verlo por primera vez era diferente. Fue un verano intenso en la máquina. Viendo hoy el walkthrough puede dejar un poco fríos a los nuevos, ya que es un juego muy simple y sin grandes jefes finales que añadan épica a la campaña, pero invito a jugarlo y veréis que os divertirá.

Aunque la bandera de Nintendo o el Tetris fueran una experiencia individual muy satisfactoria, recuerdo con más cariño dos máquinas de otros años. La primera es una que no sé si cómo se llama y que incluso me cuesta ubicarla en su año correspondiente. Deduzco que se hizo con motivo de los juegos olímpicos de Seul 88 pero no estoy seguro. Era una máquina de olimpiadas, como muchas que ha habido, pero esta tenía una peculiaridad y era que la pantalla era horizontal como una mesa y había botones a los dos lados de la misma. La vista en las carreras era desde arriba y en las mismas ganaba el que más rápido era capaz de apretar los dos botones. Tenías que elegir con qué país jugar y recuerdo elegir siempre a la URSS o a la RDA (república democrática alemana). Echamos unos piques históricos entre varios que representaron toneladas de diversión.
La otra máquina que recuerdo con cariño es Joe&Mac. No es porque me parezca un hito en los videojuegos ni mucho menos y el motivo es más trivial. Joe& Mac es de rápido entretenimiento y se deja jugar desde el principio, pero no está a la altura de otros nombres que he mencionado en este escrito. Hubo dos factores que me hicieron jugar a la máquina sin descanso. El primero es que era la máquina que había ese verano. El segundo es que uno del pueblo y yo nos picamos por poner nuestro nombre en la parte más alta de la lista del ranking. Eso derivó en que ambos nos acabábamos la máquina sin morir ni una sola vez, y perder una fruta podía representar una tragedia.

Muchas máquinas del pueblo merecieron mis monedas a lo largo de los años y sin duda contribuyeron a mi afición a los videojuegos. También fueron las causantes de que la satisfacción plena consolera no la tuviera hasta la llegada de las 16 bit, pero eso vendrá más adelante.



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Mensaje por Phan » Mié Feb 23, 2022 6:10 pm

Re: Memorias de un gamer

Que grande, buenos recuerdos...

En mi caso el pueblo era más grande (unos 8000 habitantes) y tenía salón recreativo, aunque también recorríamos los bares en búsqueda de más títulos.
Por lo tanto lo que cuentas es mucho más nostálgico, porque al final era jugar y recordar sólo dos o tres títulos cada verano.

Nunca he sido de puzzles, pero reconozco que tetris engancha mucho y más de una moneda eché. Tampoco he sido nunca nintendero, porque me iba más el rollo hardcore de los matamarcianos y los juegos oscuros o de terror, pero sin embargo a Super Mario Bros jugué muchísimo y llegaba a terminarlo.

Esperando la siguiente entrega de tus memorias '.'

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Mensaje por Shootemalf » Mié Feb 23, 2022 8:37 pm

Re: Memorias de un gamer

Allá que voy:

Bloque 1: Las Máquinas
Capítulo 4: Máquinas Memorables

Hay hitos en la vida que a uno se le quedan grabados. Algunos de ellos se relacionan con épocas concretas de la vida de uno mientras que otros tienen personalidad propia y son independientes de la serie temporal vital de cada individuo.

No sé cuándo jugué por primera vez al Street Fighter 2, pero puedo afirmar que es en la máquina que más monedas he invertido con diferencia. El exitazo de Capcom, que es aun hoy un juego divertidísimo, entonces fue una revolución del género. Un amigo mío y yo solíamos quedar a las 16:15 en la sala de máquinas para coger la máquina y disfrutarla hasta que se nos acaban las monedas. Tanto en individual como en modo combate con el jugador 2 la tensión era brutal. Sin internet, la forma en su día que teníamos de aprender los trucos era jugar uno contra uno una partida y ensayar. Solía jugar con Ryu en modo individual y con Branca en el modo versus. Había pocas cosas más placenteras que sorber los sesos del que tenías al lado y ver su cara de impotencia. Una vez terminada la máquina, quedaba el reto de acabarla con todos los personajes, cosa que era bastante difícil con Zangief o Dhalsim. Sin duda es un clásico que ha tenido muchas secuelas y versiones y en mi opinión un exponente que demuestra que en algunas tipologías de juegos el 2d puede ser tan divertido o más que el 3d.

No había niño de los 80 que no hubiese visto la historia interminable. Atreyu fue para mí un héroe infantil y la película una de mis favoritas. Hoy de adulto sigo admirando la novela de Michael Ende, que no estuvo de acuerdo con la versión cinematográfica, y plantea un mundo en el que el problema es la falta de imaginación de los adultos. ¡Qué gran verdad!. La nada, es la ausencia de creatividad. Alguno a estas alturas se preguntará qué diantres tiene que ver La Historia Interminable con los juegos. Yo hasta hace poco pensaba lo mismo. Hace no mucho, leí que Suzuki decía que el entorno de Space Harrier estaba influenciado por la película antes mencionada y de ahí su nombre de Fantasy Land. Nunca había hecho la conexión, pero la realidad es que la mezcla de los nombres de las fases y la música de Space Harier siempre me han causado un sentimiento de nostalgia. Jugué hace no mucho a la versión 32 X y me sigue fascinando.

Lo que hoy se llama un juego cooperativo tiene sus raíces en el Double Dragon . Se trata de un beat em up, que hoy tiene jugabilidad dudosa, pero antaño era un referente de las salas de máquinas. Una banda te quitaba a la novia y a partir de ahí te las veías con una serie de malos malísimos que culminaba con el rescate de la chica en cuestión. En su día era un juego clave si querías divertirte con un amigo. Las monedas fluían sin cesar hasta llegar al final.

No hay niño de los 80 que no alucinara en colores con la máquina completa del After Burner. Qué pena me da Sega explotando sus franquicias hasta límites abusivos cuando ha sido tan importante en el mundo de los videojuegos. La máquina total de After Burner valía 100 ptas en lugar de las 25 del resto. Eso sí, te montabas en un aparato que simulaba ser un caza e incluso daba la sensación de hacer loopings. Hoy en día la máquina de After Burner sorprendería a cualquier jugón. Qué maravilla.

SNK creó juegos sobresalientes en el mundo Arcade. Siempre me maravilló el Magician Lord aunque no lo jugué mucho pues no estaba en mi sala habitual, pero hubo dos juegos a los que dediqué mi tiempo. Art of Fighting era una buena alternativa a Street Fighter II. El juego era divertido, los luchadores tenían golpes interesantes y no era tan popular con lo que las opciones de jugar a ella eran mayores. El otro juego que me encantaba y en eso era una isla en el desierta era el View Point .Mágnifico shoot em up, con una banda sonora memorable y jugabilidad magnífica.
El Pang fue una revolución en su tiempo. Su innovación fue que era capaz de atraer al público femenino, cosa que no ocurría desde el Tetris. Recuerdo ver a chicas que me gustaban por primera vez, meter monedas en la máquina en cuestión.
Hay muchas máquinas a las que jugué y juegos que mencionaré en otros bloques porque a lo mejor los jugué más en consola u ordenador, como el Ghost&Goblins, Outrun o R-Type. Eso vendrá más adelante.


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Mensaje por Shootemalf » Mié Feb 23, 2022 8:38 pm

Re: Memorias de un gamer

Bloque 1: Las Máquinas
Capítulo 5: Ocaso y Final


Las salas de máquinas eran más que puros contenedores de recreativas. Eran una estructura social, eran una formación de gestión del dinero para los niños y eran dinamizadores del cerebro como hoy bien se sabe. Los juegos de habilidad en general desarrollan muchas partes del cerebro y hoy se recetan por ejemplo a gente con Parkinson y otras enfermedades mentales. En España los Arcade vivieron su esplendor en los 80 y vieron su caída a los infiernos en los 90. En Japón han durado mucho más.

En mi opinión hubo dos factores que mataron a las salas. El primero fue que las consolas y los ordenadores, por primera vez, ofrecían juegos parecidos a los que uno podía encontrar en aquellos templos del ocio. El segundo fue que las nuevas máquinas 3D que llegaron, aun siendo divertidas eran muy caras, entiendo que para justificar su inversión. Virtua Fighter, Teken, Daytona y compañía, costaban 100 pesetas allí dónde yo vivía. Un precio muy alto para ser aniquilado en 1 minuto.

En mi caso además, coincidió ese momento con la adolescencia, salir y deporte de alto nivel. Poco a poco fui dejando de invertir en ese ocio que tan satisfactorio fue durante varios años de mi vida. Por fin, además, me encontré pleno con las 16 bit, y no necesité recurrir a la sala para calmar la insatisfacción perenne que me dejaban las 8 bit.

Desde que murieron las salas hasta que el juego on-line ha sido viable gracias a la velocidad de los datos, han pasado muchos años en los que el juego colectivo no ha estado suficientemente bien representado. Hoy uno puede ser el mejor del mundo en algún juego y dejar su registro. Entonces bastaba con ser el mejor de la sala de máquinas y cada día dejar tu registro bien alto en la tabla, ya que cuando apagaban las máquinas, todo volvía a comenzar. Había magia en las salas y en las máquinas. Una magia que ya no se conocerá en el futuro. Es como un animal extinto, o como un replicante en Blade Runner. He visto cosas que no creerías, atacar naves en llamas en el Terracresta, ver rayos C brillar en la oscuridad del R-Type, ser admirado por la pericia en un juego por todo un colectivo, y todo ello se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

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Mensaje por Animaitor » Jue Feb 24, 2022 5:42 am

Re: Memorias de un gamer

Muchas gracias por rescatar tus aportaciones de Meristation y compartirlas con todos nosotros,Shootemalf. Al igual que Phan e imagino que la mayoría de usuarios del foro, tus textos me han trasladado a un tiempo en el que la vida era más fácil, sin tantas preocupaciones ni responsabilidades y en el que no solo se nos permitía volar con nuestra imaginación a mundos imposibles, también nos convertíamos en protagonistas principales por unos instantes.

Para mi, entrar a una sala de recreativos era como poner un pie en el futuro. Hasta bien entrada la quinta generación de las consolas (PSX, Saturn, Nintendo 64) e incluso parte de las sexta con la Dreamcast, PS2, Xbox... los títulos que los arcades ofrecían, eran absolutamente imbatibles en cuanto a calidad gráfica, sonido, inmersión. Las consolas y ordenadores, ofrecían títulos que podían ser mejores en términos de jugabilidad, eso sin duda pero para mi, los arcade siempre tuvieron un aura mística. Era algo a lo que podías acceder pero que nunca podrías traerte a casa. Similar a las salas de cine.

Todo lo que significaba y rodeaba a estos recreativos, desde los macarras del barrio, los jugadores top que nos desvelaban algunos trucos y permitían ver gran parte del juego, el encargado del local que daba los cambios y vendía chucherías, es parte del legado que nos ha dejado impreso a fuego en nuestros cerebros y no volverá a repetirse. Por suerte, existen pequeños reductos que todavía aguantan y en cierta manera ofrecen una experiencia similar, sin olvidar las geniales quedadas.

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Mensaje por Phan » Jue Feb 24, 2022 4:23 pm

Re: Memorias de un gamer

Como dice Animaitor, ya sólo nos quedan las quedadas para revivir parte de esa experiencia.

La última que hicimos en el Mikado de Tudela fue una gozada, charlar con la gente a lo largo de la sala, esperar turno en la máquina que querías, ver jugar a los amigos y a los grandes jugadores, respirar el ambiente...

Animaitor tiene las suerte de vivir en Tokyo, donde todavía quedan locales como taito Hey o Mikado con esa esencia, aunque desgraciadamente la vida ya no es fácil, tenemos muchas preocupaciones y responsabilidades, poco o ningún tiempo y nuestra imaginación ya no vuela como antes a esos mundos imposibles.

Algo diferente hoy en día es que muchos tenemos una máquina recreativa en casa, algo impensable cuando éramos jóvenes y yo por lo menos, cuando me siento delante de ella en mi rincón y selecciono uno de mis arcades favoritos, estando en solitario muchas veces me traslado a esa época dorada y puedo sentir la magia por unos instantes.

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Mensaje por Shootemalf » Jue Feb 24, 2022 10:22 pm

Re: Memorias de un gamer

Animaitor y Phan, cuando lo escribí la idea era evocar. Hay situaciones que parecen olvidadas en nuestro cerebro, pero bastan unas palabras o imágenes para situarte en el momento. Y recuerdas...

Bloque 2 De las Maquinitas a los 32 BIT.
Capitulo 1: Las maquinitas


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Sonó la alarma, todos nos levantamos de las mesas y en lugar de salir corriendo al patio nos quedamos cerca del aula. No íbamos a jugar a fútbol ese día, ni al frontón, ni a polis y cacos. Salí con mi maquinita Lifeboat, la encendí y traté de batir mi record en la misma.

Es un enigma hoy, y lo era más en el pasado, qué juego robaba la atención de todo un colegio durante un periodo de tiempo prolongado. Qué hace cambiar de un juego a otro siempre es un misterio, siendo la única verdad el cambio continuo. De repente había peonzas en todo el colegio, después venían los cromos que daban paso a las chapas, que a su vez antecedían al frontón.

En un uno de esos ciclos, como quien no quiere la cosa, entraron las maquinitas. Llegaron para quedarse. Tan pronto vi la primera máquina, le pedí a mi padre una. Necesitaba jugar a ese nuevo juego. Me atrapaba y enganchaba. La primera máquina propia fue el Life Boat.



Hoy se consideraría un juego demasiado simple pero no me cabe la menor duda de que ayudó a mi coordinación psicomotora. Cuando llevabas mucho tiempo jugando la velocidad era endiablada.

Tenían mucho éxito entonces las maquinitas de King Kong. Existían varias versiones y eran ya más sofisticadas que mi Lifeboat. Exigían hacer más movimientos para salvar a la chica o al propio King Kong.

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La máquina naranja probablemente fue la más popular en su momento. Debías ir saltando barriles, subir al piso de arriba, dar a la palanca, engancharte en la grúa para ir soltando los ganchos que sujetaban la plataforma de King Kong.

Tras el Lifeboat y una máquina de King Kong me regalaron una de tres pisos en la que tenías que llegar hasta un diamante. Recuerdo que un día, sin haber jugado aun demasiado a ella, me la pidieron y la dejé. Al pedirla me dijo el niño al que se la había dejado que la había puesto en el banco para ir a jugar a fútbol y que alguien la había cogido. Nunca volví a saber de mi maquinita.

Del 83 al 86, tuvieron un auge impresionante en mi colegio. Luego fueron poco a poco perdiendo fuelle y no recuerdo haber jugado a una más allá del 87.