Capitulo 2: Spectrum

Pablo Picasso dijo una vez; “Cada niño es un artista. El problema es cómo seguir siendo un artista una vez que hemos crecido”. Picasso siempre tuvo la preocupación de ver con los ojos de un niño. Asombrándose y creando a partir de esa percepción.
Lo mágico va perdiendo fuerza con los años. Cuando uno es niño, un cristal puede ser una esmeralda, una marca en el suelo un tesoro escondido, una cueva, la residencia de un monstruo. Lo importante no son los hechos sino cómo los percibe nuestra imaginación. Nuestra mente está abierta y sobre todo estamos dispuestos a ser sorprendidos. Es una cualidad que desgraciadamente se pierde con el tiempo. Esa capacidad de asombrarnos de nuestro entorno. Si alguien me pregunta qué es magia, digo que es la manera en la que reaccionamos cuando somos niños y vemos algo que nos rompe los esquemas.
Si retrocedemos un poco en el tiempo, en casa de un amigo, asistí al estreno de un Spectrum 48k. Eran tiempos en los que los niños estábamos siempre en la calle, ya que la única diversión digital era ver los dibujos de la tele el sábado a las tres o jugar al parchís u otros juegos de mesa. Esperé mientras el padre de mi amigo investigaba en las instrucciones. Finalmente apareció la pantalla del ordenador. LOAD “” ENTER Play. Empezó a sonar un ruido desagradable del aparato de audio a la vez que aparecían líneas horizontales en un recuadro de la pantalla. Minutos después aparecía una especie de piano tocando una melodía extraña. “Press Enter”. Cuando vi la primera pantalla del Manic Minner y comprendí que el muñequito se podía manejar con dos teclas para hacerlo ir de lado a lado, me quedé maravillado. ¡Manejar algo que aparecía en la tele mediante un teclado! Magia pura. No puedo olvidar ese momento. Era una disrupción mental, romper las barreras de lo que existía entonces. La televisión sólo servía para verla, no para interactuar con ella.
El Manic Minner fue un bombazo total. Hace no mucho, a través de la APP Marvin pude jugar otra vez al Manic Minner y me volvió a atrapar. Es un juego muy simple, pero os recomiendo que lo juguéis a aquellos que sois más jóvenes e intentéis acabároslo.
Conseguí un Spectrum para mí en algún año entre el 83 y 85, no lo recuerdo. Lo que no se me olvida es que fuimos a comprarlo a una tienda que hoy no existe y que mi padre pidió un juego formativo. Salimos con el Spectrum, con el Bugsy y con el Map Game. El primero nunca funcionó, pero el segundo me hizo aprender de geografía española un rato.
Los niños de hoy probablemente no tengan paciencia suficiente para lo que teníamos que hacer antaño. Los juegos de Spectrum se cargaban con cinta, tardaban unos cinco minutos en cargar y a veces no cargaban bien y había que repetir el proceso.
Los juegos que eran largos, requerían que entre pantalla y pantalla se volviera a cargar y si fallaba la carga, había que empezar otra vez desde el principio. Eran sacrificios que se aceptaban bien, ya que no había alternativa. Además, había grupos de juegos que uno compraba en una cinta, y podían fallar varios de ellos.
Además estaba el asunto del “EAR” y “MIC” las dos entradas que había en el Spectrum y en los radiocasetes de la época. Cuando un juego no cargaba bien, buscabas cambiar los cables conectados para ver si así cargaba bien. Había mucho mito al respecto.
El Spectrum fue la punta de lanza de los ordenadores de casa para juegos en España. Luego llegarían otros, pero el Spectrum tuvo su momento de esplendor, y sus juegos se vendían en toda tienda de electrónica. Es un icono de los ochenta, y hay pocos niños de aquella época que no lo hayan conocido.