

Lo primero y como de costumbre, dar las gracias a Sir Arthur por poner su humilde morada al servicio del insano y adictivo vicio shmupero. Un día para recordar, sin duda alguna. Ambiente inmejorable, una parrilla de juegos insuperable y parloteo incesante entre sesión y sesión. Un 10 a la gente nueva y los que se tomaron las molestias de venir desde tan lejos. Fue genial volver a ver a los que ya nos conocíamos y ponernos al día en tantas cosas. Un orgullo pertenecer a esta familia enferma de los matamarcianos.
Para cuando la siguiente?

Ahí van mis fotos.